"JINX" La bala perdida
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JINX una maniática e impulsiva criminal de Zaun, vive para sembrar el caos sin pararse a pensar en las consecuencias. Con un arsenal de juguetes letales a su disposición, desata las explosiones más brillantes y los estallidos más ruidosos para dejar un rastro de caos y pánico a su paso. Jinx detesta el aburrimiento y con una gran alegría deja su marca de pandemonio a dondequiera que vaya.
Al observar a Jinx, la mayoría solo ve a una mujer demente con un amplio surtido de armas peligrosas; no obstante, pocos la recuerdan como la chica relativamente inocente de Zaun, una inventora con grandes ideas que nunca encajó del todo. Nadie sabe con certeza qué sucedió para que esa dulce niñita se transformara en una mujer desenfrenada e impredecible, infame por sus actos de destrucción sin sentido. Pero una vez que Jinx explotó en la escena de Piltóver, su talento único para sembrar la anarquía la convirtió en leyenda.
Jinx llamó la atención primero a través de sus ''bromas'' anónimas contra los ciudadanos de Piltóver, en especial contra los vinculados a los adinerados clanes de comerciantes. Estas bromas iban de lo moderadamente molesto a lo criminalmente peligroso. Bloqueó las calles durante el Día del Progreso con una estampida de animales exóticos que liberó de la colección del conde Mei. Interrumpió el comercio durante semanas cuando adornó los emblemáticos puentes de la ciudad con unos mascafuegos adorablemente destructivos. En una ocasión, incluso logró reubicar todos los letreros de la ciudad en sitios nuevos y completamente confusos.
A pesar de que los objetivos de esta alborotadora desconocida parecían ser aleatorios, con una motivación fincada exclusivamente en el caos puro, sus acciones siempre estuvieron encaminadas a frenar en seco el ordenado bullicio de la ciudad.
Naturalmente, los Protectores atribuyeron algunos de sus crímenes a las pandillas de quimopunks del distrito suburbano. A Jinx no le gustó que otros se llevaran el crédito por sus ardides maníacos, por lo que se aseguró de dar a conocer su presencia en cada escena del crimen. Pronto, comenzaron a circular los rumores sobre la misteriosa chica zaunita de cabello azul que llevaba consigo explosivos tecnoquímicos, un lanzacohetes con forma de tiburón y una ametralladora. Aun así, las autoridades consideraron estos informes como ridículos y los descartaron. Después de todo, ¿cómo podría una humilde vándala callejera obtener esa artillería letal?
La grandilocuente oleada de crímenes de Jinx parecía no tener fin, mientras los intentos de los Protectores por atrapar al culpable eran frustrados en todo momento. Ella comenzó a etiquetar sus obras de destrucción con grafitis vivaces y otros mensajes burlones dirigidos a la nueva aliada de la sheriff de la ciudad en la lucha contra el crimen: la vigilante Vi.
La reputación de Jinx creció a tal grado que las opiniones sobre ella entre los habitantes de Zaun estaban divididas: algunos la consideraban una heroína por conflictuar a los arrogantes piltillos, mientras que para otros no era más que una lunática peligrosa que atizaría más las tensiones entre las dos ciudades.
Tras meses de la incesante carnicería, Jinx reveló su plan más grande hasta ese momento. Con su característico color rosa eléctrico, Jinx pintarrajeó los muros de las Bóvedas Eclípticas, una de las tesorerías más seguras de Piltóver, con una muy poco favorecedora caricatura de la vigilante Vi, junto con los detalles de cómo planeaba robar lo que ahí estaba almacenado.
Un inquietante sentimiento de anticipación se asentó en Piltóver y Zaun en los días previos a la fecha prometida para el gran golpe. Muchos dudaron de que Jinx tuviera las agallas para presentarse y arriesgarse a una captura casi certera.
Cuando llegó el día, Vi, la Sheriff Caitlyn y los Protectores prepararon una trampa para Jinx afuera de la tesorería. Pero Jinx ya se había escabullido adentro a través de una caja de monedas de grandes dimensiones que se había entregado algunos días atrás. Cuando Vi escuchó el caos que emergía del interior del edificio, supo que los Protectores habían sido aventajados otra vez. Entró abruptamente a la tesorería. La confrontación resultante redujo las Bóvedas Eclípticas a ruinas en llamas, mientras que de la alegre alborotadora Jinx no había rastro alguno.
Jinx permanece prófuga hasta el día de hoy y es una constante molestia para Piltóver. Sus acciones han inspirado crímenes que tratan de imitar su estilo entre los quimopunks, así como numerosas representaciones satíricas que parodian la incompetencia de los Protectores e incluso algunos nuevos coloquialismos entre ambas ciudades, aunque nadie se ha atrevido aún a decirle ''Manototas'' en la cara a la Vigilante Vi.
Tanto el objetivo final de Jinx como su clara obsesión con Vi son un misterio, pero algo es seguro: sus crímenes persisten y son cada vez más audaces.